Alguien me dijo muy en serio que yo era un “alma vieja” y desde entonces juego a investigar de vez en cuando cómo se supone que somos las almas viejas.
Esta vez me he centrado en el AMOR. Y me sorprende reconocerme de una manera tan clara.
…te sentirás amado siempre. Porque si te ha elegido, además de su compañero de vida y su amor, eres su toma de tierra en este mundo que no entiende.
Ella adora por igual estar sola, que una buena conversación, un paseo juntos, unas risas mientras compartís un café…
Le gustan los amantes a la “antigua”, ya sabes, flores, notas, que usen la imaginación en el romance, como cantaba Roberto Carlos.
Lo material no le interesa (bueno, un viaje romántico de vez en cuando no es materialista, ¿no?)
No le cortes las alas, ella ama la libertad, ir a su aire y a su ritmo cambiante.
...............
Oh, cielos, esa “alma vieja” es clavadita a mí, me digo. Pero mi yo escéptico se pregunta, clavando mi pupila en tu pupila…
Y si… no soy un “alma vieja. Y sí sólo tengo una vida en la que no caben ni tanta imaginación ni tanto corazón ni tantos sueños ni tanta pasión…
…Y si el amor del que hablo sólo es una ficción o como decía Virginia Woolf…
“… una ilusión, una historia que una construye en su mente, consciente todo el tiempo de que no es verdad, y por eso pone cuidado en no destruir la ilusión”
¡Dios, la duda me corroe! Y tú ¿qué piensas? ¿Realidad, ficción, mitad y mitad?